Los catalanes presentan en Madrid “V.E.H.N”, un buen y esperado trabajo de pop-rock moderno. Publicado el Viernes 16 de Abril en Diario ABC.
Bajo las bóvedas plateadas de la estación del Norte y un cielo que amenazaba con llorar, Love of Lesbian reunió este Jueves a unos pocos afortunados para presentar su último disco, Viaje épico hacia la nada.
Arrancaron pasada la hora del aperitivo con el tema que da nombre al disco, una dura reflexión sobre la muerte con un medio tempo elegante donde destaca un Ricky Falkner, bajista, muy comedido pero efectivo.
Siguieron con Bajo el Volcán, única canción de la mañana de su anterior trabajo, El poeta Halley. Melódica y con mucho dinamismo, guitarra y teclados lanzan ideas sencillas que se suceden en cascada por detrás de la voz de Santi Balmes, cantante y líder de una banda que suena realmente bien en directo.
Dos colaboraciones ponen la guinda al disco que se edita este Viernes, El Sur y Catalunya Bondage. La primera, con Enrique Bunbury, instantáneamente nos transporta al mundo de Los Héroes; esos estribillos enormes, bajo punzante y el abuso de la corchea, algo con lo que se debe tener cuidado pero que, en este caso, funciona como la seda.
El mundo sorprende. Balada, es un registro, el sentimental, que le queda muy bien a la voz de Balmes. Sustituyen las eléctricas por mandolina y guitarra acústica, bajan los decibelios y se nota la emoción en toda la banda. Mención especial para Oriol Bonet, un batería con clase.
Los irrompibles, más electrónica, también es una buena canción pero pierde fuerza en este formato reducido; es canción de estadio, no de explanada al aire libre. La banda crea un muro de sonido muy grande (septeto… es lo que tiene) que se pierde entre los cláxones de Madrid.
El único pero – siempre hay uno- es que las letras son imposibles de entender ya que la voz está integrada dentro de la música y no destaca lo que debería o podría.
Con Cosmos, donde escuchamos mas de un guiño al maestro Cerati, se despidieron de una ciudad donde empezaba a salir el sol.
La imagen de un trampolín asomándose al vacío (portada del disco) se encuentra sobre la banda durante todo el concierto, sugiriendo oscuridad sin llegar al explícito dramatismo del suicido. Funciona muy bien, en un ejercicio acertado de diseño y contrastes. ¿Es esa la “Nada” hacia la que viajan? ¿El fondo de una piscina sin agua? No sería tampoco sorprendente, todos compartimos destino. Lo difícil es encontrarle sentido al viaje y ellos parecen haberlo conseguido.