Eran las 19:30 y estaba todavía en el hospital de la Princesa. Mientras me iba, escuché a una joven enfermera: “A ver, a mí me gusta más Rocío Jurado, pero la Pantoja es la Pantoja”.
Dejé atrás las habitaciones blancas de la planta 10, bajé en un ascensor impregnado de coronavirus y me dirigí al coche.
Una hora después, sentado frente al escenario y habiéndome olvidado ya de la enfermera y el célebre virus chino charlaba con una mujer que me decía: “Yo siempre he sido de la movida: Nacha Pop, Mecano… Pero Isabel es la mejor”. Dos filas más abajo un grupo de adolescentes aclamaban a la cantante: “Isabel, Isabel”
Con puntalidad casi británica se apagaron las luces. Mi compañera de asiento dio un respingo y el Palacio quedó a oscuras. Arrancó la noche con su último single, <<Enamórate>>, un swing finísimo que encajaría sin problemas en el repertorio de cualquier crooner. Siguió <Lo pasado pasado>>, una cancion que nace de la tradición folclórica nacional pero que sin duda mejora con la adición de un coro con toques gospel.
Había expectación por ver el estado de Isabel después de 2 años alejada del escenario y desde el primer momento dejó claro que está en forma. Con energía y su característico chorro de voz, triunfó en clásicos como <<Hoy quiero confesarme>>, <<Era mi vida él>> y <<La real gana>>.
En <<Marinero de Luces>>, uno de los himnos de la andaluza, el estadio se llenó de linternas y mecheros (de los pocos fumadores que quedan con vida). Hubo tensión durante <<Pensando en ti>>, cuando batería y piano se cruzaron alevosamente dejando vendida a la tonadillera, que reaccionó con tablas. No sería el único error de una buena banda que por momentos parecía separada de la cantante.
Con sus infinitos matices, las cuerdas formaron un tándem muy equilibrado con los cuatro vientos, empujando las canciones hacia nuevos límites (también es una cuestión práctica, siendo necesario mucho sonido para llenar un recinto de 20.000 personas… pero eso queda menos romántico).
Ocupando el centro del escenario, la sevillana regaló al público de la capital un bello popurrí de coplas, destacando <<Mi amigo>>, de Rocío Durcal.
Su voz, potente y cargada de personalidad, sufre cuando baja la dinámica de la música. La fuerza que despliega en los finales de canción y “crescendos” musicales se convierte en un hilo de voz tenue, casi desafinado, en baladas e interludios melosos.
Pero entonces mire el reloj, y caí. Isabel Pantoja, La Pantoja, llevaba 3 horas sobre el escenario. Mi compañera, fan de Mecano, saltaba emocionada. Las niñas 2 filas más abajo enloquecían y no pude evitar acordarme de la enfermera que, a las 19:30 en el Hospital de la Princesa, le decía a una compi: “La Pantoja es La Pantoja”.
Créditos Foto: El Español