Si en la política hay niveles de poder, también los encontramos en la música. Una persona puede ser instrumentista, músico, compositor o artista. Hay muchos instrumentistas, bastantes músicos y pocos compositores… pero los artistas se cuentan por decenas. Cuando uno se encuentra frente a un artista no es imparcial así que les pido perdón si en algún momento me dejo llevar por la pasión.
Tras un inicio catastrófico con problemas de vídeo y sonido, los dos trovadores arrancaron con «Esta noche contigo», una bonita canción perdida dentro del inmenso catálogo del de Úbeda. Siguieron «No hago otra cosa que pensar en ti», capaz de derretir un iceberg y «Aves de paso», canción canalla y brillante.
Preciosa interpretación también de «Lo niego todo», una canción melancólica que da título a uno de los últimos discos de Sabina y que bien podría haber sido escrita por un hombre que, resignado, espera su turno en el corredor de la muerte.
Los sketchs cómicos triunfaron al principio pero se fueron haciendo cada vez más pesados. El 80% de las bromas están en YouTube hace varios años y un periodo de cuatro minutos entre canciones es una eternidad.
Quizá la explicación sea que las dos leyendas necesiten descansar la voz con frecuencia (una hipótesis nada descabellada).
Es probable también que uno o varios técnicos quedaran en el paro a primera hora de hoy. Espero que no porque todo el mundo puede tener un mal día pero no creo que estén sorprendidos si han recibido una llamada de dirección; se le han hecho consejos de guerra a mucha gente por mucho menos. La voz de Serrat, apenas audible, parecía un susurro dentro de la banda. Con el bajo y la batería también desaparecidos, lo único perceptible fueron las guitarras eléctricas y el piano del maestro Miralles. Otra explicación para el desastre técnico -igual de plausible pero mucho más dolorosa- es que el poeta del Mediterráneo no está en forma y necesita algún efecto para enmascarar deficiencias fruto de la edad.
En «Es caprichoso el azar», el WiZink disfrutó de la aparición de la cantante Noa que dejó una interpretación excepcional a dúo con el catalán. Muy bien también Mara Barros en «A la sombra de un león»
Hay melodías pegadizas, pero pocas son capaces de provocar el éxtasis en tres notas. «19 días y 500 noches» es sin duda una de las elegidas y fue un momento muy emocionante para muchos fans.
Serrat volvió al ruedo dejando una frágil versión de «Tu nombre me sabe a yerba» que coloreó con su homenaje a Miguel Hernández en «La nana de la cebolla» antes del retorno de Joaquín. En «Peces de ciudad», el WiZink se levantó para cantar junto al ídolo una de sus mejores letras. Debería estudiarla cualquier persona que busque aprender cómo se construye una metáfora.
Algo curioso fue que Sabina brilló en las canciones animadas y Serrat en las baladas. La voz del catalán ha perdido fuerza, pero ha ganado un puntito (si es que es posible) en sensibilidad. Sabina tiene la voz algo más rota que en años anteriores y se rompe cuando busca sostener una nota.
Tras presentar a la banda, la pareja salió al escenario vestidos de Francis Drake y Henry Avery para la del Pirata Cojo. Difícil no notar el guiño que le hizo Sabina a Keith Richards (Sparrow sénior en Piratas del Caribe) con su traje rojizo.
Hasta el final de la velada con «Fiesta», obra maestra donde las haya, repasaron todos los hits. El WiZink llora pocas veces y ayer se emocionó mucho.
La crónica, como les decía, podría (¿debería?) ser mucho más dura. Sabina tiene la voz rota y Serrat apenas puede cantar… pero son Sabina y Serrat. Gracias maestros y larga vida.